En su catequesis sobre la esperanza, el Papa mencionó dos actitudes: la perseverancia y la consolación.
'La perseverancia o paciencia es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, sobre todo en medio de las situaciones adversasâ?, explicó el Papa. 'La consolación es la gracia de saber acoger y mostrar en todo momento, especialmente en aquellos marcados por el sufrimiento y la desilusión, la presencia y la acción compasiva de Dios que nunca nos abandona y permanece siempre fiel a su amor por nosotrosâ?, añadió.
No se trata de actitudes sin consecuencias, porque, explica el Papa, permiten 'estar cerca de los hermanos más débiles y de hacernos cargo de su fragilidadâ?. Por eso, la esperanza 'se traduce concretamente en servicio recíproco y en el compartirâ?.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAí?OL
'San Pablo continúa ayudándonos a comprender mejor en qué consiste la esperanza cristiana. Hoy señala dos actitudes importantes para nuestra vida y nuestra experiencia de fe: la perseverancia y la consolación. La Sagrada Escritura nos muestra que la perseverancia o paciencia es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, sobre todo en medio de las situaciones adversas. Por otra parte, la consolación es la gracia de saber acoger y mostrar en todo momento, especialmente en aquellos marcados por el sufrimiento y la desilusión, la presencia y la acción compasiva de Dios que nunca nos abandona y permanece siempre fiel a su amor por nosotros.
Por eso el Apóstol afirma que somos fuertes, pues en la lógica del Evangelio nuestra fuerza no viene de nosotros sino del Señor, que nos concede experimentar su consolación y su amor fiel, y nos da la capacidad de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacernos cargo de su fragilidad.
La Palabra de Dios alimenta en nosotros la esperanza, que se traduce concretamente en servicio recíproco y en el compartir. Esto es posible sólo cuando en el centro está Cristo y su Palabra, porque él es el 'hermano fuerteâ? que nos cuida y nos carga sobre sus hombros de 'Buen Pastorâ?, tierno y solícito.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. Agradezcamos al Señor el don de su Palabra y no olvidemos que nuestra esperanza no depende de nuestras capacidades, sino de la ayuda de Dios y de la fidelidad de su amor. Muchas gracias.