Reflexionando sobre cómo las multitudes acudían a Jesús al ver los milagros que hacía, el Papa, subrayó una idea: Cristo atraía porque fijaba su atención, su mirada, en cada uno. No miraba a las masas en general ni estaba pendiente de su popularidad. Le importaba cada persona.
FRANCISCO
'Yo voy, miro a Jesús, voy caminando, fijo mis ojos en Él y ¿qué me encuentro? Que Él me está mirando. Y esto me hace sentir un asombro grande. Es el asombro del encuentro con Jesús. No tengamos miedo. Sigamos este camino, siempre con la mirada puesta en Jesús. Y nos encontraremos con esta bonita sorpresa, que nos llenará de asombro. El mismo Jesús ha puesto su mirada en míâ?.
El Papa recomendó imitar a los personajes que acuden a Cristo para pedirle humildemente ayuda. Su intervención, señaló, superó sus expectativas de forma asombrosa.
EXTRACTOS DE LA HOMILíA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
'No está con los guardias que lo escoltan a fin de que la gente no lo toque. ¡No, no! Se ha quedado allí, y la gente lo estrecha. Y cada vez que Jesús salía, la muchedumbre aumentaba. Los especialistas de estadísticas quizá habrían podido publicar: â??Baja la popularidad del Rabí Jesúsâ??â?¦ Pero Él buscaba otra cosa: buscaba a la gente. Y la gente lo buscaba a Él: la gente tenía los ojos fijos sobre Él y Él tenía los ojos fijos sobre la gente. â??Sí, sí, sobre la gente, sobre la multitudâ??. â??¡No, sobre cada uno!â??. Y ésta es la peculiaridad de la mirada de Jesús. Jesús no masifica a la gente: Jesús mira a cada unoâ?.
'La mirada de Jesús va a lo grande y a lo pequeño. Así mira Jesús: nos ve a todos, pero mira a cada uno de nosotros. Ve nuestros grandes problemas, nuestras grandes alegrías, y ve también nuestras cosas pequeñas. Porque está cerca. Jesús no se asusta de las grandes cosas, pero también tiene en cuenta las pequeñas. Así nos mira Jesúsâ?.
'Yo voy, miro a Jesús, camino delante, fijo la mirada en Jesús y ¿qué encuentro? ¡Que Él tiene fija la mirada sobre mí! Y esto me provoca gran estupor. Es el estupor del encuentro con Jesús. ¡Pero no tengamos miedo! No tengamos miedo, como aquella anciana que no tuvo miedo de ir a tocar el borde del manto. ¡No tengamos miedo! Corramos por este camino, siempre con la mirada fija en Jesús. Y tendremos esta bella sorpresa: nos henchirá de estupor. El mismo Jesús tiene fija su mirada sobre míâ?.