Como cada año, el Papa presidió el rezo de las vísperas con motivo de la solemnidad de la conversión de San Pablo y el final de la semana de oración por la Unidad de los Cristianos.
Representantes de otras confesiones cristianas también acudieron a la ceremonia que tuvo lugar en la basílica de San Pablo Extramuros.
Por eso, antes de comenzar, todos juntos rezaron unos instantes delante de la tumba del apóstol.
El Papa explicó que la reconciliación no vendrá de los esfuerzos humanos sino que es un regalo de Dios. También habló de la paradoja de anunciar el Evangelio de la reconciliación después de siglos de divisiones. Dijo que la unidad se alcanzara mediante sacrificios concretos.
FRANCISCO
'Es esta la revolución que Pablo vivió, y es también la revolución cristiana de todos los tiempos: no vivir para nosotros mismos, para nuestros intereses y beneficios personales, sino a imagen de Cristo, por Él y según Él, con su amor y en su amor.'
Aseguró que por eso cada confesión debe caminar con la mirada puesta en lo que les une, en la cruz de Cristo, no en modas o programas determinados.
FRANCISCO
'Una auténtica reconciliación entre los cristianos podrá realizarse cuando sepamos reconocer los dones de los demás y seamos capaces, con humildad y docilidad, de aprender unos de otros, sin esperar que sean los demás los que aprendan antes de nosotros'.
Y sobre todo, el Papa recomendó una fórmula para seguir caminando a favor de la plena unidad de todos los cristianos.
FRANCISCO
'Mirar hacia atrás es muy útil y necesario para purificar la memoria, pero detenerse en el pasado, persistiendo en recordar los males padecidos y cometidos, y juzgando sólo con parámetros humanos, puede paralizar e impedir que se viva el presente'.
Francisco recordó su viaje a Suecia para participar en la conmemoración de los 500 años de la Reforma y lo definió como un hito importante.
También pidió rezar continuamente por el don de la unidad e invitó a todos los cristianos a seguir colaborando estrechamente, en especial, por quienes más lo necesitan.
Y por último, el representante anglicano, el del patriarcado ecuménico y el Papa impartieron juntos la bendición.