Papa en Santa Marta: La vanidad es como la "osteoporosis del alma"

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22/09/2016
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Durante su homilí­a en Casa Santa Marta, el Papa mencionó dos tipos de inquietud: la 'buena', que viene del Espí­ritu Santo y hace que el alma esté inquieta para hacer cosas buenas, y la 'mala' que nace de una conciencia sucia. Por eso, ha dicho que la vanidad es como una 'osteoporosis del alma', se parece bueno por fuera, pero los huesos están roí­dos. 

FRANCISCO
'Cuánta gente conocemos nosotros que aparentaâ?¦ '¡Pero qué buena persona! Va a Misa todos los domingos. Da grandes ofrendas a la Iglesia'. Esto es lo que se ve, pero la osteoporosis es la corrupción que tienen dentro. Existe gente así­ pero también hay gente santa que hace esto. La vanidad es esto: te hace poner cara de estampita pero luego tu verdad es otra. Y ¿dónde está nuestra fuerza y la seguridad, nuestro refugio?'

Francisco recordó el Evangelio del dí­a, que muestra al rey Herodes preocupado: acababa de matar a Juan el Bautista y ahora se sentí­a amenazado por Jesús. Y es que, concluyó el Papa, con la conciencia sucia no se puede vivir en paz.

HOMILíA DEL PAPA EN ESPAí?OL

(Fuente: Radio Vaticano)

El Evangelio presenta al rey Herodes inquieto porque, después de haber asesinado a Juan Bautista, se siente amenazado por Jesús. Estaba preocupado como su padre, Herodes el Grande, después de la visita de los Reyes Magos. 

'Existe en nuestra alma la posibilidad de tener dos inquietudes: una buena, que es la inquietud que nos da el Espí­ritu Santo y hace que el alma esté inquieta para hacer cosas buenasâ?, y 'la mala inquietud, que nace de una conciencia suciaâ?. Y los dos Herodes resolví­an sus inquietudes matando, avanzaban pasando 'sobre los cadáveres de la genteâ?:

'Esta gente que ha hecho tanto mal, que hace del mal y tiene la conciencia sucia y no puede vivir en paz, porque vive con una irritación continua, en una urticaria que no lo deja en pazâ?¦ Esta gente he hecho del mal, pero el mal tiene siempre la misma raí­z, cualquier mal: la codicia, la vanidad y el orgullo. Y los tres no te dejan la conciencia en paz; estos tres no dejan entrar la sana inquietud del Espí­ritu Santo, sino te llevan a vivir así­: inquietos, con miedo. Codicia, vanidad y orgullo son las raí­ces de todos los malesâ?.

La primera Lectura del dí­a es del libro de Eclesiastés aborda el personaje de Cohélet y habla de la vanidad. 'La vanidad que nos infla. La vanidad que no tiene larga vida, porque es como una burbuja de jabón. La vanidad que no nos da una verdadera ganancia. ¿Qué ganancia obtiene el hombre por toda la fatiga con la cual se abruma? Se preocupa por aparentar, por fingir, por parecer. Esta es la vanidad. Si queremos podemos decir simplemente: â??La vanidad es enmascarar la propia vida. Y esto enferma al alma, porque enmascara la propia vida para aparentar, para aparecer, y todas las cosas que hace son para fingir, por vanidad, pero al final ¿Qué cosa gana? La vanidad es como una osteoporosis del alma: los huesos desde afuera parecen buenos, pero dentro están todos corroí­dos. La vanidad nos lleva al engañoâ?.

Como los farsantes 'marcan las cartasâ? para ganar y luego 'esta victoria es aparente, no es verdadera. Esta es la vanidad: vivir para fingir, vivir para aparentar, vivir para aparecer. Y esto inquieta al almaâ?. San Bernardo dice una palabra fuerte a los vanidosos: 'Piensa en aquello que tú serás. Serás alimento de los gusanos. Y todo este enmascarar la vida es una mentira, porque te comerán los gusanos y no serás nadaâ?. Pero, ¿Dónde está la fuerza de la vanidad? Animados por la soberbia hacia a las maldades, no permite una equivocación, no permite que se vea un error, cubre todo, todo se cubre.

'Cuanta gente conocemos nosotros que aparentaâ?¦ ¡Pero qué buena persona! Va a Misa todos los domingos. Da grandes ofrendas a la Iglesia. Esto es lo que se ve, pero la osteoporosis es la corrupción que tienen dentro. Existe gente así­ â?? pero también hay gente santa â?? que hace esto. La vanidad es esto: te hace parecer con un rostro de â??estampitaâ?? y luego tu verdad es otra. Y ¿dónde está nuestra fuerza y la seguridad, nuestro refugio? Lo hemos leí­do en el salmo: â??Señor Tú has sido para nosotros un refugio de generación en generaciónâ??. ¿Por qué? Y antes del Evangelio hemos recordado las palabras de Jesús: â??Yo soy el camino, la verdad y la vidaâ??. Esta es la verdad, no la máscara de la vanidad. Que el Señor nos libere de estas tres raí­ces de todos los males: la codicia, la vanidad y el orgullo. Pero sobre todo de la vanidad, que nos hace mucho malâ?.

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