Después de las vacaciones de verano, el Papa Francisco retomó sus misas en la Casa Santa Marta. En su homilía, habló de la paz como un regalo de Dios y puso el ejemplo de San José, cuando el ángel le dijo que no temiera recibir a María como su esposa.
FRANCISCO
'La paz es un don, es un don artesanal que todos debemos trabajar, todos los días, pero trabajarlo en las cosas pequeñas: en lo pequeño del día a día. No bastan los grandes manifiestos por la paz, los grandes encuentros internacionales, si luego esta paz no se hace en lo pequeño. Aún más, puedes hablar de la paz con palabras estupendas, dar una gran conferencia. Pero si en lo pequeño de tu vida, en tu corazón no hay paz, en tu familia no hay paz, en tu barrio no hay paz, en tu puesto de trabajo no hay paz, tampoco habrá paz en el mundo.
Dijo que acoger el don de la paz en las pequeñas cosas de cada día es más importante de lo que puede parecer, porque 'si no hay paz en el corazón, no puede haber paz en el mundo.
'Mientras «estamos viviendo en guerra y todos piden la paz», el Santo Padre reiteró que la paz no se construye tanto en los grandes encuentros internacionales. La paz es un don de Dios que nace en lo pequeño de cada día. Como en el corazón, o en un sueño, como le pasó a San José, cuando un ángel le dijo que no temiera en recibir a María, su esposa, porque ella donará al mundo al Emanuel, «el Dios con nosotros: ¡Él es la paz!».
«Que todos podamos crecer en la unidad y en la paz». Con la oración colecta, hizo hincapié en que la paz es un don, en el que debemos crecer y que debemos hacer crecer. Un don que «tiene su camino de vida» y que cada uno tiene que trabajar para hacer que crezca:
«Y este camino de santos y pecadores nos dice que nosotros también debemos acoger el don de la paz y hacerle camino en nuestra vida, hacer que entre en nosotros, hacer que entre en el mundo. La paz no se hace de un día para el otro; la paz es un don, pero un don que debe ser trabajado cada día. Por ello, podemos decir que la paz es un don que se vuelve artesanal en las manos de los hombres. Somos nosotros, los hombres, los que tenemos que dar un paso hacia la paz, cada día: es nuestro trabajo. Es nuestro trabajo con el don recibido: hacer la paz».
La importancia de lo que puede parecer más pequeño.
Con la liturgia del día en que se celebra la Natividad de María, el Papa destacó que si no hay paz en el corazón, en lo pequeño de nuestro día a día, no puede haber paz en el mundo:
«La paz es un don, es un don artesanal que todos debemos trabajar, todos los días, pero trabajarlo en las cosas pequeñas: en lo pequeño del día a día. No bastan los grandes manifiestos por la paz, los grandes encuentros internacionales, si luego esta paz no se hace en lo pequeño. Aún más, puedes hablar de la paz con palabras estupendas, dar una gran conferencia. Pero si en lo pequeño de tu vida, en tu corazón no hay paz, en tu familia no hay paz, en tu barrio no hay paz, en tu puesto de trabajo no hay paz, tampoco habrá paz en el mundo».
Para que pueda haber paz en el mundo, pacificar primero nuestro corazón, antes de hablar de la paz.
El Papa invitó a plantearnos algunas preguntas:
«¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Está en paz? Si no está en paz, antes de hablar de paz, primero haz que haya paz en tu corazón. ¿Cómo está tu familia hoy? ¿Está en paz? Si no eres capaz de llevar adelante en paz a tu familia, a tu presbiterio, a tu congregación, no bastan palabras de paz para el mundo. Ésta es la pregunta que quisiera presentar hoy: ¿cómo está el corazón de cada uno de nosotros? ¿Está en paz? ¿Cómo está la familia de cada uno de nosotros? ¿Está en paz? Es así ¿no? Para llegar al mundo en paz».