Francisco no descansa. A sus 79 años y tras una ceremonia de más de dos horas en San Pedro a 30 grados centígrados de temperatura, aún le quedaba mecha para un encuentro más.
Se vio con los 'pizzaioliâ?. Así se llama en italiano a los que se encargan de hacer uno de los platos más demandados en Italia: la pizza.
Nada menos que en el Aula Paolo VI del Vaticano instalaron tres hornos y los cocineros se pusieron manos a la obra. Con mucho arte y energía.
En pocos minutos, uno de los lugares destinados a los grandes encuentros con el Papa a cubierto se convirtió en un gran comedor para 1.500 necesitados. En su mayoría son personas atendidas por las religiosas de la congregación fundada por Madre Teresa.
De hecho más de 250 misioneras de la caridad sirvieron el almuerzo.
Un homenaje de Francisco a la que fue conocida por dedicar su vida a los más pobres de entre los pobres y un nuevo gesto sencillo del Papa por las personas enfermas o sin recursos.
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