El pintor de la luz, William Turner, no pudo resistirse a la Ciudad Eterna y cayó rendido a sus pies. Sin embargo, buscó un ángulo muy particular para retratarla, diferente a la típica estampa de Roma, y eligió para hacerlo la colina del Campidoglio.
ALBERTO DANTI
Comisario
'Cuando la mayor parte de los pintores y artistas querían disfrutar del mejor panorama de las ruinas de Roma en torno al 1700-1800 y la visión mítica de la ciudad estaba en auge, Turner pinta el campo Vaccino del Campidoglio, muy probablemente desde el Palazzo Senatorio para dar fuerza e importancia a este símbolo máximo de la ciudad que representaba esta colinaâ?.
A partir de esta vista se articula la muestra 'Campidoglio, mito, memoria y arqueologíaâ? que indaga en la vida de esta histórica zona de Roma, testigo del paso del tiempo y la gloria.
ALBERTO DANTI
Comisario
'Era el lugar por excelencia de la ciudad, donde terminaban todos los desfiles triunfales, donde se depositaba delante de Júpiter o Minerva el botín de guerra y donde todos querían dejar un recuerdo. Sucedía también en el Foro romano, aunque el Foro, la plaza, tenía un carácter comercial, administrativo y jurídico. Pero el área Capitolina, la plaza frente al templo, era el corazón de la ciudad desde el punto de vista sagradoâ?.
Escenario de tan majestuosos eventos, el Campidoglio sigue desvelando secretos. Los últimos son estas piezas, encontradas entre 2008 y 2014, que datan al menos del siglo VI antes de Cristo, y que pertenecían al templo de Júpiter Capitolino el más importante de la Antigua Roma.
Son delicadas terracotas que, gracias a las condiciones de humedad del suelo, se han conservado en un excelente estado. Tanto, que hasta puede apreciarse este delicado detalle, una lágrima roja en el rostro de esta figura.
Pero no solo historia milenaria. El Campidoglio también recoge la memoria de los siglos recientes. Por ejemplo, de la presencia alemana en Italia cuando el imperio Prusiano era el propietario de un amplia área de la colina, el palacio Caffarelli. Solo con el fin del imperio en 1918, la colina volvió a ser de los italianos y el palacio destruido. Solo se conservan algunas de las pinturas que colgaban de sus paredes.
En excavaciones posteriores se hallaron piezas tan curiosas como estas. Unos pies tallados en mármol para que el viajero tuviera el mejor de los caminos.
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