La indiferencia produce ceguera y sordera ante el sufrimiento del prójimo. Este fue el mensaje que Francisco lanzó durante una soleada audiencia general en Roma.
Recordó el episodio del Evangelio de la curación milagrosa de un ciego que realizó Jesús. Las Escrituras narran cómo a la gente le molestaban sus enérgicas peticiones de ayuda.
FRANCISCO
'Cuántas veces cuando nos encontramos ante muchos prófugos y refugiados sentimos que nos molestan. Es una tentación. Todos nosotros sentimos esto. Todos, también yo. Todos. Por eso la Palabra de Dios nos enseña: la indiferencia y la hostilidad nos hacen ciegos y sordosâ?.
El Papa dijo que igual que en aquellos tiempos, también hoy se margina y se discrimina a las personas que requieren más esfuerzo y sacrificio. Sin embargo, recordó el gesto de Jesús: puso al ciego en el centro de la multitud y le ayudó.
FRANCISCO
'En contraste con esta actitud, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. Y el Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vistaâ?.
Al mismo tiempo subrayó otro detalle: que Cristo pudo curar al ciego porque éste pidió con fe y humildad. Gracias a eso, explicó el Papa, recobró la vista pero, sobre todo, pudo experimentar el amor de Dios.
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