Fue quizá el encuentro de este Pontificado con más abrazos, besos y selfies. Nada más llegar, el Papa saludó también con el lenguaje de signos. Era una reunión con voluntarios y con personas discapacitadas para reflexionar sobre cómo se les debe atender en las iglesias. Fue un encuentro de preguntas y respuestas.
'Estoy en un grupo de jóvenes y este año iremos también a la JMJ de Cracovia. Sin embargo, sé que muchos jóvenes como yo no están tan a gusto en sus parroquias, no reciben la Comunión y no van a Misa con los demás. Yo no lo entiendo, ¿me lo puede explicar usted?â?.
FRANCISCO
'Serena me está poniendo en apuros, porque si digo lo que pienso...â?.
'Serena ha hablado de una de las cosas más feas que ocurren: la discriminación. Es algo terrible. 'Tú no eres como yo, tú vas por aquí, yo por allíâ?... 'Pero yo querría hacer la catequesis...â?. 'En esta parroquia, no. Esta parroquia es para personas que se parecen, que no tienen diferenciasâ?. ¿Esta parroquia es buena?â?
'A un sacerdote que no acoge a todos, ¿qué consejo le daría el Papa? Cierre la puerta de la iglesia, por favor... O todos, o ningunoâ?.
El Papa Francisco no hablaba sólo de la Iglesia porque pidió que toda la sociedad trabaje para no discriminar a estas personas.
La anécdota la protagonizó la pequeña Lucrezia, que se acercó sin reparos hasta donde estaba el Papa.
FRANCISCO
'Ven, ven... Esta es valiente. Ven... Esta no tiene miedo, esta arriesga, sabe que la diversidad es una riqueza. Arriesga, nos ha dado una lección. Jamás será discriminada. Sabe defenderse ella solaâ?.
El Papa no se marchó con las manos vacías. Le invitaron a un restaurante en el que trabajan algunos de ellos y le llevaron frutas y hortalizas que ellos cultivan. Aunque sobre todo, le regalaron cientos de abrazos.
JMB
CTV
VM
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