El Papa llegó a la plaza de San Pedro algunos minutos antes de lo previsto, y sus guardaespaldas le acercaron muchos niños hasta el papamóvil para que los bendijera.
No debe ser fácil coordinarse, y casi al final del recorrido, un frenazo dio un susto al Papa.
Durante la catequesis el Papa meditó sobre el episodio del Evangelio de la oración del fariseo y el publicano. Mientras el publicano pide ayuda a Dios, el fariseo le da las gracias porque no tiene tantos defectos como los demás. Hace todo correctamente, pero olvida el mandamiento más importante: el amor por Dios y por el prójimo.
FRANCISCO
'Todos estamos inmersos en el frenético ritmo diario, a menudo a merced de sensaciones aturdidas y confusas. Es necesario aprender a reencontrar el camino hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque allí Dios nos encuentra y nos habla. Solo a partir de allí podremos encontrar a los demás y hablarlesâ?.
El Papa explicó que el fariseo representa a quienes actúan correctamente, pero que su oración consiste en pavonearse de sí mismos ante un espejo.
Francisco propuso repetir tres veces la oración del fariseo porque la soberbia acaba con las buenas acciones.
FRANCISCO
'¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador! Tres veces: ¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador!â?
Para Francisco, Dios tiene una debilidad por los humildes, y por eso, siempre tiene abierto su corazón para ellos.
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