Los horrores de la II Guerra Mundial no apagaron a las musas que inspiraban a Imre ímos, un pintor húngaro y judío en el que se refleja la herida del mayor conflicto de la historia de la humanidad.
La parte más significativa de su obra pudo verse en la Academia de Hungría de Roma en la muestra 'Pintor del Apocalipsis'.
Al apocalipsis dedicó su última etapa, en la que empuñaba el pincel cuano no le obligaban a empuñar las armas durante la II Guerra Mundial. Fue entonces cuando los textos de San Juan empezaron a inspirar obras como estas.
SEBESTYÉN TERDIK
Academia de Hungría, Roma
'A través de estos cuadros vemos un desarrollo espiritual de Imre ímos que da seguramente un gran testimonio de su humanidad. El judaismo es parte orgánica de su pintura, no solo los elementos bíblicos, también la tradición del jasidismo húngaro, fuertemente presente en su pinturaâ?.
Imre ímos murió muy joven. A los 37 ó 38 años desapareció para siempre tras ser deportado al campo de concentración alemán de Ohrdruf. Tuvieron que pasar 30 años para que su obra, guardada en casa por su mujer, empezara a ver la luz y valorarse.
El pintor pudo haber salvado su vida si hubiera hecho caso al francés Marc Chagall y no hubiera regresado a Hungría. Su amistad con el pintor galo influyó en su estilo, aunque no solo él.
SEBESTYÉN TERDIK
Academia de Hungría, Roma
'En su estilo se pueden ver similitudes con los grandes pintores húngaros de su época. No es casualidad, porque acudió a la Academia. Encontramos por todos los sitios similitudes con sus maestros húngaros, pero diría también que en su estilo se encuentra todo el siglo XIX, todo el modernismo y el expresionismo europeoâ?.
Un estilo en el que están presentes sus creencias religiosas, con estos recurrentes ángeles y una obra que camina siempre íntimamente entrelazada con las desventuras de su vida.
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