Es más que una antorcha olímpica. Es el triunfo de la vida sobre la muerte, la guerra y la indiferencia.
Así recibió y llevó Ibrahim Al-Hussein la antorcha olímpica a su paso por el campo de refugiados de Eleonas, muy cerca de Atenas.
IBRAHIM AL-HUSSEIN
Refugiado sirio
'Es un gran honor, un gran honor. Para mí no es un juego. Es un honor. No ha sido fácil. Estoy tan feliz, tanto, tanto. Hoy lo he conseguido. ¿Qué más puedo decir?â?
Ha sido un simbólico gesto de esperanza para miles de personas, que como él, han huido de la violencia y de la guerra dejando atrás a sus seres queridos o su tierra.
IBRAHIM AL-HUSSEIN
Refugiado sirio
'Espero que todos los refugiados, no solo los sirios, también de Irak o Afganistán, puedan venir a Europa. Que los que antes eran atletas puedan practicar un deporte estén donde estén. Espero que así sea, que no solo vivan metidos en un campo de refugiadosâ?.
Ibrahim era jugador de waterpolo en Siria. Comenzó a nadar de pequeño, animado por su padre. Sin embargo su carrera deportiva se frustró cuando perdió una pierna por la explosión de una bomba en 2011.
Ha cambiado el agua por las canchas y ahora forma parte de un equipo de baloncesto en silla de ruedas.
Huyó de su ciudad, Deir ez-Zor una de las más castigadas por la guerra, y hace dos años que vive en Grecia, donde llegó como tantos de sus compatriotas a bordo de una lancha neumática.
Ahora cuenta con el estatus de refugiado y trabaja en una cafetería. Desde que era niño su ilusión era participar en unos Juegos Olímpicos. La guerra le ha quitado todo menos este sueño que ha podido hacer realidad.
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