Mientras la policía macedonia cruza la frontera y gasea a los refugiados en Grecia, ella los recibe así, con besos y abrazos.
Panagiota Vasileiadou tiene 82 años y vive en Idomeni, un pueblo de apenas 150 habitantes que ha visto cómo una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas tiene lugar a sus puertas.
Cada día sienta a su mesa a esta familia de refugiados de Irak.
BARAA
Refugiado iraquí
'Esta mujer anciana nos ha hecho la vida más fácil. Se lo agradezco muchísimo. Ella representa a los griegos y lo que están ayudandoâ?.
Pero ellos no son los únicos. Ha visto pasar a cientos a los que ha dado comida, ropa y lo poco que puede comprar con la pensión de 450 euros que recibe.
PANAGIOTA VASILEIADOU
'A veces preparo tarta de queso, huevos o bocadillos. Pasan cinco, diez o quince personas y se los doyâ?.
Ella misma sabe lo que es quedarse sin nada. También es hija de refugiados y perdió todo durante la Segunda Guerra Mundial.
PANAGIOTA VASILEIADOU
'Tenía siete años cuando quemaron nuestra casa. No teníamos ni una cuchara, ni un tenedor, ni pan o ropa. Lo único que teníamos era el pijama que llevábamos puesto. Éramos cinco niños y no teníamos más ropaâ?.
Ellos hablan árabe y ella griego. Aunque pasan horas juntos, apenas logran comunicarse pero lo consiguen gracias al lenguaje universal de la solidaridad, que no conoce fronteras.
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