Familia española deja todo para irse de misiones a Japón

Con estas caras de satisfacción salí­an del Vaticano las 270 familias misioneras del Camino Neocatecumenal después de ser recibidas por el Papa. Ahora partirán hacia lugares en los que el cristianismo se ha olvidado para hablar de Dios.

Una de ellas es la familia Castillo de Luna, con seis hijos. Son de Sevilla, en España, pero ahora van a cruzar medio mundo para irse de misiones hasta Japón. Sus hijos estaban en primera fila, así­ que el Papa les subió al escenario.

JUAN PABLO

'Yo de verdad no querí­a subir porque me daba vergí¼enza, entonces la mujer me empujó y subí­â?.

Estos cuatro pequeños acompañaron a Francisco durante toda la ceremonia. Aunque el Papa les pidió lo mismo que pide a los adultos. 

CAYETANO

'Que rece por él, que él también lo hace por nosotrosâ?

Los pequeños ahora partirán con sus padres hacia el paí­s del sol naciente. El objetivo, dice su padre, es dar un testimonio cristiano con su ejemplo de familia en un paí­s en el que el cristianismo es una religión minoritaria.

JOSÉ MANUEL CASTILLO

'La misión consiste en vivir dí­a a dí­a cara al Evangelio, viendo como Dios te allana el camino todos los dí­as y hacer su voluntad. Nos ha mostrado la belleza de la familia, del matrimonio, estamos abiertos a la vida, fruto de ello son nuestros seis hijos, y uno que está en el Cielo, y vemos cómo el Señor nos ha puesto en este rumbo, nos ha llamado a hacer familia y misiónâ?.

Pero su camino no estará exento de dificultades. Aún deben saber en qué ciudad exacta tendrán encomendada su misión. Y allí­ deben trasladar toda su vida y la de sus hijos. Un cambio de rumbo total que, sin embargo, no les asusta.

JOSÉ MANUEL CASTILLO

'Hemos visto que no es fruto de nosotros mismos llegar hasta aquí­, hemos visto cómo el Señor ha diseñado toda nuestra historia y pensamos que todas las dificultades ya las tienes previstas, el sacarnos a flote, y sobre todo apoyándonos en la oración y en nuestra comunidadâ? 

Allí­ Cayetano, Rodrigo, Juan Pablo y Francisco podrán contar a los niños japoneses que un dí­a compartieron escenario con el Papa.

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