Cada año, el Papa convoca a todos los embajadores acreditados ante el Vaticano para felicitarles el año nuevo. Y aprovecha para tener un importante discurso en el que repasa la situación mundial.
Este año se ha centrado en la emigración ilegal. Al Papa le preocupa la indiferencia global ante la situación de miles de personas que están escapando de la guerra, el hambre o la persecución.
FRANCISCO
'Es el grito de cuantos se ven obligados a huir para evitar las indescriptibles barbaries cometidas contra personas indefensas, como los niños y los discapacitados, o el martirio por el simple hecho de su fe religiosaâ?.
'Es la voz de los que escapan de la miseria extrema, al no poder alimentar a sus familias ni tener acceso a la atención médica y a la educación, de la degradación, porque no tienen ninguna perspectiva de progreso, o de los cambios climáticos y las condiciones climáticas extremasâ?.
El Papa ha lamentado que muchas causas de la emigración habrían podido ser afrontadas hace tiempo, y ha recordado que ahora se puede hacer mucho para evitar desgracias futuras. Se refiere a proyectos para conseguir que nadie se vea obligado a emigrar, o también para que los emigrantes se integren en sus países de acogida.
FRANCISCO
'Habría que poner en discusión costumbres y prácticas consolidadas, empezando por los problemas relacionados con el comercio de armas, el abastecimiento de materias primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al desarrollo, hasta la grave plaga de la corrupciónâ?.
Francisco ha recordado que Europa debería dar ejemplo porque es un punto de referencia de principios como la igualdad ante la ley, la defensa de la dignidad humana, la libertad de conciencia, la solidaridad y el amor al prójimo sin distinguir su origen.
Y ha pedido que la amenaza terrorista no socave estos principios, y que se encuentre un equilibrio entre tutelar los derechos de los propios ciudadanos y garantizar la ayuda y la acogida de emigrantes.
FRANCISCO
'No podemos consentir que se pierdan los principios de humanidad, de respeto por la dignidad de toda persona, de subsidiariedad y solidaridad recíproca, a pesar de que puedan ser, en ciertos momentos de la historia, una carga difícil de soportarâ?.
El Papa pide que no se deje solos a los países que están afrontando directamente el problema, como Turquía, Grecia, Líbano, Jordania e Italia, y sobre todo que se ponga de nuevo a la persona humana en el centro de los decisiones políticas.
La Santa Sede es uno de los Estados con mayor actividad diplomática. Mantiene relaciones con 180 Estados, y con instituciones como la Unión Europea o la Orden de Malta.
Sólo países como Arabia Saudí, China o Corea del Norte evitan tener un embajador ante el Papa.
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