Lea el discurso de despedida de Estados Unidos del Papa Francisco

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28/09/2015
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LEA EL DISCURSO COMPLETO:

Sr. Vicepresidente,

Distinguidas Autoridades,

Hermanos Obispos,

Queridos amigos:


Los dí­as que he pasado con ustedes se me han hecho cortos. Pero han sido para mí­ dí­as de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes. Quiero que sepan que, ahora que me preparo para partir, lo hago con el corazón lleno de gratitud y esperanza.


Estoy muy agradecido a todos ustedes y también a todos los que se han empleado a fondo para hacer posible mi visita y preparar el Encuentro Mundial de las Familias. De manera particular, doy las gracias al Arzobispo Chaput y a la Arquidiócesis de Filadelfia, a las Autoridades Civiles, a los organizadores y a los muchos voluntarios y bienhechores que han colaborado de una u otra manera.


Gracias también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro. ¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad. Pido al Señor que estos dí­as de oración y reflexión sobre la importancia de la familia para una sociedad sana, animará a las familias a seguir esforzándose en el camino de la santidad y a ver a la Iglesia como su segura compañera de camino, independientemente de los desafí­os que tengan que afrontar.


Al finalizar mi visita, quisiera también agradecer a todos los que han colaborado en la preparación de mi permanencia en las Arquidiócesis de Washington y Nueva York. Para mí­ fue especialmente emotivo la canonización de san Juní­pero Serra, que nos recuerda a todos nuestro llamado a ser discí­pulos misioneros. También lo fue la visita, junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, a la Zona Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo.


Señor Vicepresidente, le pido que reitere al Presidente Obama y a los miembros del Congreso mi gratitud, junto con la seguridad de mis oraciones por el pueblo estadounidense. Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados.


Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios en este Paí­s, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad. Dice Jesús en las Escrituras: «En verdad les digo que cada vez que lo hicieron con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 24,40). Sus atenciones conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a Jesús. Lo son también sus atenciones para con los pobres, los enfermos, los sintecho y los inmigrantes, su defensa de la vida en todas sus etapas y su preocupación por la familia. En todos estos casos se ve que Jesús está en medio de ustedes y que el cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús.


Ahora que los dejo, les pido a todos, especialmente a los voluntarios y bienhechores que han asistido al Encuentro Mundial de las Familias: No dejen que su entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos dí­as que hemos compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios â??dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritosâ??, que también nosotros seamos capaces de dar gratuitamente a los demás.


Queridos amigos, los saludo a todos en el Señor y los encomiendo al cuidado maternal de Marí­a Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos. Los tendré presentes en mis oraciones a ustedes y a sus familias, y les pido, por favor, que recen por mí­. Que Dios los bendiga. ¡Que Dios bendiga a América!





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