Antes de pisar la tierra de Jesús, el 4 de enero de 1964, el viaje de Pablo VI a los Santos Lugares ya era histórico. Desde Pedro ningún Papa había regresado a Tierra Santa. Además Pablo VI fue el primero que hacía un viaje fuera de Italia.
La visita se produjo en un momento de especial tensión entre dos países enfrentados. El rey Hussein de Jordania dio la bienvenida el Papa en Amán. Despues visitó el lugar del bautismo de Jesús.
Desde allí, Pablo VI viajó en coche hasta Jerusalen Este, entonces bajo control jordano. Muchos en la Ciudad Santa siguieron al Papa que quedó totalmente rodeado por la multitud.
Decenas de personas acompañaron a Pablo VI durante el recorrido del Via Crucis que termina en la Basílica del Santo Sepulcro. El Papa mantuvo reuniones con líderes políticos y religiosos, incluidos los del Estado de Israel.
El principal encuentro se produjo en la segunda jornada del viaje. Pablo VI se reunió con el patriarca Atenágoras y se produjo un histórico abrazo que puso fin a diez siglos de división. Ambos rezaron en privado, en latín y en griego. Al día siguiente volvieron a verse y a rezar juntos. Pablo VI le regaló un cáliz de oro. Atenágoras le entregó una cruz bizantina de oro y un engolpión, el equivalente bizantino a la cruz pectoral católica.
El último día en Tierra Santa de Pablo VI era la fiesta de la Epifanía del Señor. El Papa presidió una ceremonia solemne en la Basílica de la Natividad, en Belen.
Volvió a Roma en la tarde del 6 de enero. Su viaje de tres días marco un antes y un despues en la historia moderna de los Pontificados.
RCA/AC
RR/Custody of the Holy Land
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